De Victoró Munguia
I.
Volver a caminar el antiguo sendero
es seguir la ruta polvorienta y sola,
que conduce al antro de paredes rosa,y
cuadros burdelescos de pintor anónimo.
Ingreso a la sórdida habitación
afuera se queda el niño que yo era
antes de la vieja puerta de madera,
gastada, de indefinido color.
Las cortesanas están en la sala,
al fondo hay una rockola de 1950,
muebles decrépitos, un florero,
y una foto de Paris de noche.
II
El amor a mi edad,
es una ninfa lejana y bella,
de estrechos blue jeans,
caderas anchas,bocas pintadas.
(Blusa blanca semi-abierta
largo pelo negro que brilla
como una estrella en el cielo,
bebiendo una cerveza)
Por eso volví, por eso,
he guardado en mi chaqueta
un billete de veinte dólares
que me abrirá esta puerta
III.
Estoy aquí para que me mires
y acaricies mi joven rostro
como en una telenovela rosa,
de retornos y final feliz.
Miríada de querubines
marchan conmigo en esta noche
de loco itinerario y ficciones,
imposibles que debo superar
Después del colegio he sido
casi tan poderoso y mágico
como estos veinte dólares
que me traen hasta tu cama.
Me miro en los espejos
de la sicodélica habitación,
más allá de mis veinte años,
y esta vieja casa de placer.
Epilogo:
Y ya no pienso en ti,
ni en la vida de uniforme,
los barrios pobres de encanto
y las cortesanas
No soñaré más con esto,
olvidaré Moulin Rouge,sus
tormentosos personajes,
y las sonrisas rentadas.
Voy al encuentro de mi coche,
para alejarme del ghetto,
y te digo adiós, para siempre,
melodía extrema de amor.
Publicado en Poemas de Victor Munguía
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